Episodio 5
El reloj digital gigante de una furgoneta de la BBC, marcaba las 20:27, la ceremonia empezó. Benedicto XVI, salió a dar la misa especial, y a las 21:03, comenzó la bendición:
- Es para mi un honor, como representante de la iglesia cristiana, poder ver como la palabra de Dios se cumple en este mundo, poder ver como todos los pueblos de la tierra, unen sus manos, con la promesa de un futuro de paz y concordia. También me parece un buen momento para recor…
En ese momento, entre la multitud, Allan le habló a Sarah:
- Voy con la cámara a ver si puedo coger un buen plano del momento de la bendición.
- Vale, nos vemos -se besaron –
A la vez que la ceremonia continuaba, Sarah se emocionaba al ver como uno de sus sueños se estaba haciendo realidad, de repente sonó su teléfono, y se apartó a la entrada de un edificio:
- ¿Sí? ¿Quién es?
- Soy yo cariño, tu tía.
- ¡Oh! No te había reconocido.
- Estáis ahí ¿Verdad?
- Sí, es emocionante tía, en serio, es uno de los días, que se quedaran grabados en mi memoria.
- ¿Está contigo Allan?
- No. Se ha ido un momento, a grabar algunos planos del momento de la bendición con la videocámara.
- Pues muy mal, este es un momento en el que dos personas que se quieren, tendrían que… ¡DIOS MIO SARAH!
- ¡¿Qué ocurre tía?! – se cortó la comunicación –
Sarah estaba confundida, salió a la plaza, y se encontró a la gente huyendo del lugar. Intentó encontrar la causa, y la vio en menos de tres segundos, los componentes eléctricos que había al lado de la bomba, estaban descontrolados, y está podía explotar en cualquier momento. Efectivamente, la conversación que tuvo lugar, en un camión hace unos minutos, se estaba haciendo realidad. Sarah intentó buscar a Allan en medio del revuelo, pero alguien le dio, y perdió el conocimiento durante unos segundos:
- ¡SARAH QUE HACES PARADA AHÍ, HUYE! - le dijo un hombre de entre la multitud -
- Que pasa, que, donde estoy… quien.
El hombre la agarró, y sabiendo bien que hacer, cogió su Ferrari, y en menos de diez segundos, ya estaba acelerando para salir de allí. Ese hombre, estaba cruzando la Ciudad del Vaticano, a más de 200 km/h, como es normal, en medio del terror, alguna persona, se llevo un gran golpe del coche, pero en este caso, era “sálvese quien pueda” en los siguientes 5 minutos, ya se encontraban a 3km y medio del Vaticano, Sarah, había perdido el conocimiento por completo, y el hombre, en su afán por alejarse lo máximo de la bomba, corría por Roma, a la velocidad de un fórmula uno.
En la Plaza de San Pedro, aun quedaba muchísima gente, cuando de repente una explosión, cegó a todo el mundo, la abrasadora potencia de la bomba, devoró todo lo que se encontraba a su paso, todos cuantos estaban allí, murieron en el acto. En menos de un minuto, la Ciudad del Vaticano, una de las joyas artísticas de la humanidad, se derrumbó, como si de un castillo de arena azotado por una ola del mar se tratara. El salvador de Sarah, se encontraba aún a 7km de la zona de explosión, y empezó a vacilar, al ver por el retrovisor, como la calma de la antigua capital imperial, era sustituida, por la marcha alocada, de gente que quería salvar sus vidas, tras contemplar la nube atómica, que se encontraba a pocos km de allí.
Finalmente, como suele pasar, todo acabó, se encontraban a solo 800 m del límite del radio de acción de la bomba, que devoró 9,4 km de terreno, correspondientes a la totalidad del Vaticano, y una parte de Roma. Era estremecedor para la gente presente, y para la mayoría, el mundo dejó de girar.
Sarah despertó:
- ¿Qué pasa…? ¡Lorenzo! ¿Qué hago aquí? Lorenzo… - se detuvo a mirar la macabra escena que rodeaba el cielo romano -
- E finito, Sarah, FINITO
- Y Allan, ¿Le has visto? ¿Lo ha cogido otro? ¡¡CONTESTAME!!
Lorenzo negó, y lo único que pudo hacer Sarah, fue tumbarse y romper a llorar.
Diario de Noa Stuarts (2/ 78)
21 - 09- 2018
Nada más acceder a mi nuevo puesto de directora departamental, me pareció que la suerte me reía por primera vez, tras mucho tiempo. Pero esa sensación desapareció cuando nada más entrar ví todos los recuerdos de Frank, como lo echamos de menos, y ya es la tercera semana, aun así, las cosas son como son, y mucha gente muere en accidentes de tráfico en un día, lo mejor es seguir con la rutina, aunque parezca mentira, ayudará a muchos a superarlo. Nada más llegar empecé a recoger sus cosas, pero me encontré una serie de documentos, muy extraños, ¿Qué eran?, demasiado precisos para tratarse de una investigación en solitario de él, pero aún así al acercarme a leer el número (TSA69B/K4 – 001), no los recordaba, de los estudios de investigación, ni de haberlo visto en los archivos, o en revisión, ni siquiera llevaban el sello del ISI. Sin perder el tiempo, me los guarde rápidamente en la cartera, ya los revisaré en casa, no obstante… ALGO ME HUELE MAL.
Episodio 6
De vuelta a la actualidad
Sarah volvió a la realidad, con el rostro un poco empapado, Noa se fijó, y se acerco a ella:
- ¿Estás bien?
- Si, por supuesto, solo que, necesito salir, tomar un poco el aire.
- Por supuesto, yo te acompaño.
Tras finalizar la rueda de prensa, Sarah y Noa se retiraron a un rincón más apartado, lejos de las miradas de toda la multitud que salía de la conferencia. Se retiraron, hasta un merendero que había en la linde del bosque, el aire allí era más limpio, estaban solas, y además, el paisaje era más acogedor. Una vez se hubieron acomodado en un banco, Noa se incorporo, y grito:
- ¡Serán gilipollas! A quien se le ocurre, con lo mal que lo pasaste.
- Noa, déjalo, ellos no lo sabían, no tienen la culpa de haberlo sacado, solo estaban comparando.
- Pero te encuentras bien ¿No?
- Sí, pues claro. Solo han sido… ya sabes, los recuerdos, ha vuelto todo de repente, y… pero tranquila, ha sido el momento, ya estoy mejor, y ya lo he aceptado.
- De acuerdo – dijo aún no muy convencida – Pues volvamos.
Al llegar de nuevo a la entrada, se encontraron, con que tras la invasión, y posterior replegada de periodistas, todo había vuelto a la normalidad, ambas estaban menos tensas, sobre todo Noa. Cuando se disponían a coger el ascensor, Travis les hizo un gesto desde la cafetería, al llegar allí, se encontraron a Travis, y a su mujer:
- Sra. Davison – habló Sarah-
- ¡Por Dios, Sarah! Cuantas veces he de decirte que me llames Catherine.
- Hola Catherine – dijo entre risas-
Catherine Davidson, era una mujer de 52 años, alta, gorda, y con una espesa melena pelirroja, que ya se veía dañada por el paso del tiempo. Vestía siempre de la manera más elegante, y se codeaba con las “grandes” de la nación, pero con todo eso, lejos de parecer una snob repelente, era una persona agradable, y muy modesta, algo que hacía aumentar considerablemente su encanto. Siguió hablando con Sarah hasta que finalmente se fue:
- ¡Oh! No me he fijado en la hora, lo siento pero he de marcharme chicos.
- Es una pena que no haya visto la rueda Catherine – dijo Noa -
- ¡Ah! Da igual, conozco mas que de sobra la elocuencia de mi marido al dirigirse a los medios, aunque espero que esta vez no hayas sudado tanto, por qué todos los científicos odiaran a la prensa – todos rieron –
Al marcharse la Sra. Davidson, la atmósfera cambio totalmente, Travis se dirigió a Sarah, en un tono suave:
- Lo has recordado Sarah ¿Me equivoco?
- ¿El qué? – Travis frunció el ceño – Vale, sí, pero ya hemos hablado Noa y yo, no pasa nada.
- Noa – dijo Travis –
- Todo bien, no te preocupes, si le pasa algo, no tardarás en saberlo.
- ¡Chicos! Estoy bien
- Sarah, como jefe tuyo, es mi deber preocuparme por el estado en el que realizas tu labor, y como amigo, por el estado en el que estás. Es mi deber mandarte a casa aho…
- ¡Venga, Travis!
- Sarah, déjame acabar. Es mi deber mandarte a casa ahora mismo, PERO, como se que eso solo va a hacer que pienses más en ello, y que te enfades con nosotros, te voy a dejar estar aquí hasta las cinco.
- Travis…
- HASTA, las cinco. Es mi última palabra.
- Vale
Al acabar la conversación, ambas retomaron su camino inicial hacia el ascensor, cada una hasta su planta, Sarah aun estaba molesta por la decisión de Travis, pero Noa le hizo entender que lo hacía por su bien. El resto de la tarde, todo transcurrió como un día normal en el ISI. Al llegar las cinco, Sarah recogió sus cosas y se marchó, no sin antes encontrarse con Travis:
- ¿Asegurándote de que me voy?
- No eres de fiar, lo sabes incluso tu misma – dijo riendo –
- Nos vemos, mañana
- Adiós Sarah ¡Oh, se me olvidaba! Han sacado los coches de tu sótano. Reparaciones. Aquí tienes tus llaves
- Gracias
Mientras caminaba bajo la llovizna hasta su coche, disfrutó de las gotas cayendo bajo su cara. Al llegar al coche encendió el motor, el climatizador, la radio, y puso rumbo a su casa. Durante el trayecto iba pensando en todo lo que había pasado ese día, y que nada más llegar se iría a tomar un baño, cenar, y tumbarse a ver la televisión, tapada, hasta dormirse. Pero en el trayecto hubo algo que la sobresaltó, al pasar por una gasolinera, vio a alguien:
- NO PUEDE SER
Aceleró hasta dejar atrás el lugar, e intentando creer que era su imaginación, que le había jugado una mala pasada.
Episodio 7
Al llegar a su casa aparcó el coche en el garaje, estaba lloviendo bastante, por lo que optó por utilizar la salida del garaje, en vez de entrar por la puerta principal, como de costumbre. La casa era una de otras muchas, en una fila interminable, todas iguales, daba la impresión de que aunque se avanzara por la calle, se seguía estando en el mismo lugar. Tanto la calle como las casas, eran de estilo inglés; casas de dos plantas, a colores marrón oscuro y blanco, y con una ventana redonda en la planta superior, que indicaba que ahí se encontraba el ático – desván.
Al entrar le sorprendió lo oscuro que estaba el recibidor, por lo que se preocupó un poco, ya que a esa hora, su tía ya solía haber vuelto de su paseo, aun así miró el reloj, y se dio cuenta de que solo eran las 18:17; aun no había reparado en que ese día tuvo que salir en contra de su voluntad del trabajo, aún faltaba media hora para que llegara su tía.
Como estaba sola, y no había mucho que hacer; ya que se trataba de un viernes, se fue directa a su despacho, y ojeó unos documentos, a la vez que anotaba algo en un cuaderno, por supuesto, Sarah era una adicta al trabajo. A la mayoría de las personas en EE.UU. les sucede algo muy común, ODIAN SU TRABAJO, por lo que cada vez que suena el despertador, lo apagan, y se ponen en marcha resignadamente, dispuestos a dirigirse a realizar su trabajo, no por gusto, sino por necesidad, Sarah, era uno de los casos aparte, que tampoco es que sean pocos, ella lo realizaba, por ambos motivos, y cuando volvía más pronto de lo normal, lo único que le apetecía, era encerrase en su despacho, y seguir con algo que la interesase personalmente, y es que se podía pasar horas, pero hoy no, no, hoy el único tiempo que le dedicaría a esa actividad, sería poco mas de una hora, después, absoluta relajación.
Al llegar las siete menos diez, Sarah escuchó que la puerta de la entrada se abría,; su tía había llegado, pero no saludó, por lo que le pareció, que no la había visto, una vez se deshizo de su abrigo, paraguas, y unas cuantas bolsas, la vio:
- ¡Dios mío, Sarah! Que susto. ¿Cómo tu aquí, tan pronto?
- Travis me ha dicho que me vaya antes, hoy ha sido un día duro.
- Es verdad ¿Qué tal la rueda?
- Bien, bien. Ya sabes; preguntas, respuestas, aprietos, nada del otro mundo.
- ¿Acaso piensas quedarte aquí todo el día? Siempre rodeada de folios, cuadernos, ordenadores. Sal cariño, eres muy joven aún. Llama a Noa, y salid a divertiros.
- No me apetece, pero la semana que viene lo haremos.
- Y por qué no esta.
- Porque me ha dicho esta mañana, que me llamaría para ir a su casa el Sábado por la mañana.
- ¿Cómo? ¿Mañana por la mañana? ¡Sarah! No quedamos en que me llevarías al centro a hacer unas compras
- ¡Oh, vaya! Pero creo que me dará tiempo, no creo que tarde más de una hora, las reuniones con ella son muy rápidas.
- En ese caso te espero a las doce y media en el porche, y no te retrases.
- De acuerdo
Nada más acabar la conversación, Sarah fue a darse el baño, era agradable, ya que ese fue, por ahora, el único momento de paz y tranquilidad que tenía en todo el día. Desconectó, y se quedó dormida casi sin darse cuenta.
*****
Estaba conduciendo por una autopista que le resultaba familiar, y estaba lloviendo, casi sin dar crédito a lo que pasaba, se dio cuenta de que estaba soñando con esa misma tarde. Siguió conduciendo, y al pasar por la gasolinera, la volvió a ver, aquella figura, como si de un fantasma se tratara, pasó de largo, como hizo en la realidad, pero al mirar por la ventana del copiloto, aquel hombre, se encontraba ahí, sentado, en el asiento del copiloto, y le dijo con una voz normal:
- Sarah
*****
Se despertó de golpe, allí, en la bañera, y de la impresión que le provocó aquel sueño, no pudo evitar derramar parte del agua de la bañera, su tía subió rápidamente, para comprobar que no pasaba nada, a lo que Sarah respondió, que solo había sido un tropiezo. Mintió. Su tía se fue, pero mientras se secaba y se vestía, no pudo evitar preguntarse hasta que punto aquel día le había afectado, y sobre todo, si verdaderamente, había pasado página con lo de Roma.
El resto del día fue tranquilo, cenaron las dos juntas, y hablaron, después se sentaron a ver las noticias, al dar las diez, Sarah bajo a sacar la basura, y al volver, hizo lo que pretendía desde que salió del trabajo, película, manta, y sofá. Se tumbó a verla, y se despertó con la película acabada, sobre las dos, apagó el televisor, y silenciosamente se fue hasta su cama, donde finalmente se concentró en sus sueños, y se dijo a si misma, que después de ese día, mañana, sería mejor.