miércoles, 25 de julio de 2012


Episodio 11


Tras la revelación, Noa sentía la necesidad de tener que parar en cualquier lugar, afortunadamente la solución se le presento en el mismo momento, ya que estaban pasando por un área de servicio, y allí, vio la oportunidad perfecta para parar:

-       Si no os importa, voy a parar un momento.
-       Te encuentras bien Noa – le preguntó su hermano –
-       Sí, sí, solo un poco mareada, paremos cinco minutos.

Nada más llegar al desvío, Noa giró, y tomó la dirección hacia el área.
Al llegar, paró el coche, pregunto si alguien quería algo, y se marchó; no sin antes pedirle a Sarah que la acompañara:

-       Te has dado cuenta ¿No?
-       ¿De qué?
-       Sarah, K2, K4. ¡El número de catalogación de los papeles!
-       Dios… Noa, te dije que
-       Lo se, lo se, que lo dejáramos por un tiempo, pero esto lo cambia todo. La K, indica la clasificación de seguridad, tú misma lo dijiste ayer en mi casa.
-       Pero también dije que no sabía a que tipo de seguridad se refería.
-       Pues creo que lo he descubierto
-       ¿¡Qué!?
-       Si, Sarah, se refiere a las personas que pueden tener acceso a él.
-       Entonces, ya está, ya has descifrado el nº de catalogación
-       Eso me temo

Se tomaron una pausa para pedir algo en la cafetería, aunque resultaba evidente el nerviosismo que había en ellas dos, trataron de aparentar calma, y ordenar sus pensamientos. Cuando el camarero volvió, con un café para Sarah, y un bollo y leche para Noa, volvieron a retomar la conversación:

-       La situación es la siguiente – comenzó Noa – Estamos ante un documento TSA, Top Secret Archive, 69H, perteneciente al I.S.I, y K4-001.
-       Según lo que has dicho, eso se refiere a las personas que pueden tener acceso a él – corroboró Sarah dando un sorbo al café, aún caliente - ¿Pero en este caso, quiénes pueden tener acceso?
-       Si partimos de lo que ha dicho mi cuñada, se supone que va de 1 a 4, menor a mayor seguridad. Así que – continuó Noa pegando un mordisco al bollo – estamos ante un documento muy restringido
-       Eso no tiene sentido, si te fijas bien, el K4-001, viene a decir lo mismo que TSA; acceso restringido, Top Secret Archive, que mas da, es lo mismo
-       Pero puede ser que la K, sea mas concreta, al fin y al cabo, la diferencia entre Top Secret, y de dominio público, es solo un escalón, esta, abarca más rangos
-       Bueno, de acuerdo, de ser así ¿Cómo sería?
-       El K1, dominio único de los organismos a los que está sujeto la K, es decir, todos los que comparten ese cifrado, algo así como dominio público, pero solo de organismos conjuntos
-       Muy bien. Continua
-       El K2, lo ha dicho Samantha, solo personal seleccionado de todos esos organismos – ambas siguieron con su comida, Sarah, dando el último sorbo a su café, y Noa, acabando - El K3, sería solo directivos, de alto rango, y miembros de alta confianza
-       Y llegamos al K4, que es…
-       No lo se, pero tiene que ser para personas muy importantes, ya que me parece, ahora que lo recuerdo, que solo hay tres niveles K
-       ¡¡Y ahora te acuerdas del cifrado K!!
-       Si, lo siento, da la casualidad de que este mes, he estado a mucha presión
-       Vale, perdón…
-       ¡YA ESTÁ! K4, acceso solo a directores de los organismos, y altos mandatarios gubernamentales.
-       ¿Presidentes de los países?
-       Si, ahora encaja
-       En resumen, que hemos dado con un documento Top Secret, del I.S.I, al que solo tienen acceso, algunos directores, y presidentes de países importantes. Estamos…  jodidas ¿No?
-       Sabes, creo que te haré… caso, y lo dejaremos… por un tiempo – Sarah asintió, Noa pagó la cuenta, y salieron en el momento exacto en el que Will entraba por la puerta –
-       Si a las señoritas no les importa, desearíamos regresar ya al viaje, y a nuestra casa, si no tienen más que cotorrear
-       Si, si, perdón, ya vamos – dijo Noa –


Episodio 12

Al salir de la cafetería de la gasolinera, se dieron cuenta de que había empezado a llover, eran solo unas gotas, pero lo mejor era darse prisa, y llegar lo antes posible a casa, ya que conducir con lluvia en las autopistas de Denver, no es muy aconsejable. Entraron corriendo al coche, y Noa retomó la marcha, aun pensando en el descubrimiento que acababan de hacer, y preguntándose si sería capaz de no revolver durante un tiempo, ese asunto, naturalmente, ella sabía que la respuesta era no, pero intentaría resistir la tentación, hasta que pudiese. Lentamente fue olvidándose de aquello, y se concentró en mirar hacia la carretera; estaba empezando a apretar, por lo que empezó a acelerar, ya que aunque fuese peligroso, sería menos que conducir detrás de un cielo interminablemente negro.

Dado que Sarah vivía lejos de casa de Noa, y Samantha y Will tenían su casa en el mismo sitio que Sarah, Noa decidió pasar la noche en casa de su hermano. Al llegar ya eran casi las seis, y la lluvia que caía antes, no era nada comparada con lo que había encima de East Denver, en ese momento; las alcantarillas apenas daban a basto, los rayos iluminaban de un modo bello y siniestro a la vez las calles, y la lluvia, era imposible no oírla, ya que sonaba de tal modo, que al salir, Sarah tuvo que taparse los oídos. Tras salir del coche, y despedirse de todos, fue corriendo hasta su casa, no sin antes reparar en el coche que había a la entrada, y cuya hilarante matricula le era bastante conocida. Abrió la puerta y allí estaba, Travis sentado en una mesa junto a Gerthrud, jugando al ajedrez, repararon en su ausencia, y en el solo segundo que les costó levantar la cabeza, la saludaron, y volvieron al juego. Sigilosamente, Sarah se acercó a Travis, hasta que le murmuró:

-       Alfil, de 4D a 6F
-       ¿Segura? – preguntó tras la sugerencia de está, tras lo cual asintió, y efectuó el movimiento. El final no se hizo esperar, tras otros tres movimientos, la mano de las blancas que poseía Travis, se fue hasta el trebejo negro, que simbolizaba el rey de Gerthrud, una vez llegó, con un solo y sutil movimiento del dedo índice, lo derribo del tablero - ¡Jaque mate!
-       Chica mala – le dijo a Sarah su tía
-       No sabía que venías
-       Bueno, ya sabes, las amistades hay que cuidarlas, y por muy en la cima que me pongan, yo siempre preferiré estar aquí, en vez de rodeado de esnobs patéticos, que solo saben hablar de cómo suben sus acciones, o si pasar sus vacaciones en su casa de Florida, o en su yate en Mónaco, además, algo a lo que jamás pienso renunciar, es a estas partidas con Gerth – La tía rió – Por cierto ¿Cómo se te ocurre salir con la que está cayendo?
-       Si digo de donde vengo no me crees
-       Ponme a prueba
-       Yo y Noa, acabamos de recoger a Will y Sam
-       ¡¡Ya están aquí!! Como pasa el tiempo, que rápido se esfuman dos años, a nuestra edad. En fin, será mejor que me vaya rápido, Katherine debe estar cardíaca con este tiempo
-       Adiós

Salió de la casa, y tras saludarlas por última vez en ese día, entró en su coche, y puso rumbo a su casa. Tras pasar cinco minutos, el sistema de a bordo conectó el manoslibres, y dio paso a una llamada

-       Davidson
-       Jefe, soy yo, Samantha
-       Samantha, me alegro de que ya hayáis vuelto ¿Bien el viaje?
-       Si, si, perfectamente. Tenemos que hablar
-       ¿Qué ocurre? ¿Es urgente?
-       ¿Podría reunirme con usted mañana a primera hora, en su despacho?
-       Si, por supuesto. Allí nos veremos


Episodio 13

Tras la salida de Travis, la casa volvió a su rutina habitual, Sarah se encerró en su despacho, hasta la hora de la cena, y su tía, encendió la tele, y se puso a preparar la cena.

Después de haber resuelto el enigma, Sarah se sentía aun más incomoda, creía que si lograban saber que era lo que poseían, se calmaría, pero el hecho de que se tratará de un documento tan confidencial, que lo poseyeran sin que lo supiesen, y el no saber si Travis era uno de los que tenía acceso a él, le tenía muy preocupada. Intentando centrarse en otras cosas, encendió el ordenador, vio si tenía correo, y después ojeó las noticias del día. Al acabar, se recostó en su sillón de despacho, y dejo pasear la mirada unos minutos, aunque estaba sola, ese lugar era uno de sus refugios, allí sabía que podía desconectar sin que nadie la molestara. Su mirada, recorría la habitación como si fuera la primera vez que la viese; los recortes de periódicos, la estantería repleta de libros, la lámpara que compró en su viaje a Turquía, junto con unas cortinas rojas que cubrían la ventana, que le da esas vistas que tanto necesita cuando está cansada, todo ello combinado con unas dos plantas, y aquella combinación de tonos marrones en los que estaba pintada la habitación, convertía esa habitación, en un oasis para ella. Finalmente, sus ojos se pararon en el último elemento de la habitación; las fotos, y más concretamente sobre las de sus padres, Débora y Parker Jenkins, y la de su ex prometido, Allan. La foto de sus padres la recordaba perfectamente, se tomó en 1997, cuando tenía solo 7 años, y era de la visita que hicieron a Cabo Cañaveral, en ella, aparecían los tres, felices, y sonriendo. La otra, era de Allan y ella, se tomó hace 4 años, en las navidades de 2014, aparecían los dos abrazados, con Times Square nevando. No pudo evitar sentirse embargada por un sentimiento de tristeza y nostalgia, aun así se reincorporó, y apagó su portátil.

Al salir del despacho, se dio cuenta de que ya eran las siete y veinte, entró en la cocina y vio a su tía aun con la cena:

-       ¿Te ayudo?
-       Sí, puedes ir cortando estas zanahorias – dijo acercándole un bol -
-       Hacía mucho que no se pasaba por aquí ¿No crees?
-       ¿Travis? No creas que no lo he notado, aunque por lo que me has contado este mes, es normal, es el director, y… menudo lío habéis tenido
-       Nunca me has contado de qué os conocéis
-       ¿De verdad? – Sarah asintió – Bueno, pues aunque no te lo creas, fuimos juntos a la universidad
-       Tampoco es tan raro
-       Bueno, es cierto, pero creo que no comprendes lo increíble de lo que te he dicho
-       Explícalo
-       Travis, como ya sabes, es una de las mentes más privilegiadas del planeta, pues bien, he ahí la razón de lo que te digo. Como imaginarás, no era fácil igualarse a el en una clase; todo sobresalientes, cuando lo máximo que yo saqué, fue un triste notable – dijo riendo – Me sirvió para la pediatría, como ya sabes. Nos fuimos haciendo amigos, ya entrado el curso ¿Adivina como?
-       Tal vez… Ajedrez – ambas rieron –
-       Exacto, gracias al ajedrez. Mientras los otros se hartaban al póker, billar o dardos, nosotros éramos casi de los únicos que preferían ese juego. He de decirte también, que de no ser por su ayuda, no habría llegado al último curso, ni con una transfusión de café en las venas – otra vez prorrumpieron en carcajadas - Es un buen hombre, y se merece todo lo que le ha pasado; por eso Sarah, estoy tan feliz de que haya acabado siendo tu jefe
-        No sabía que fueseis tan amigos, aun así… ¡¡Ahhhhh!! ¡Me he cortado!
-       Díos mío, es que nunca estás atenta – dijo acercándole un trapo - ¡Oh, Señor! Me parece que es un poco…
-       ¿Profundo? ¡Tía, no quiero mirar! – dijo respirando fuerte –
-       Tranquila solo es sangre, ya se que te aterroriza, pero en menos de una hora, ya te lo habrán arreglado
-       Como que “te lo habrán arreglado”
-       Tendremos que ir al médico ¿No?

La tía Gerthrud, sacó del armario dos abrigos y un paraguas y se preparó para salir, no sin antes coger las llaves de la casa, y el Dodge, Sarah en un principio se negó, ya que su tía no conducía  habitualmente, pero dada la situación, lo reconsideró, y cedió. Al atravesar la puerta, ambas vieron que ya estaba amainando, y Gerthrud dejó el paraguas, ya que para cuando saliesen ya habría parado. Se encaminaron hacia el garaje, y Gerthrud arrancó, dado el moderno sistema del coche, la preocupación de Sarah disminuyó, en menos de cuarto de hora, ya estarían en la sala de urgencias del hospital.

Al llegar no encontraron sitio al instante, pero tras dar unas cuantas vueltas, pudieron aparcar, el hecho de que no hubiese mucho sitio, preocupó a Gerthrud, ya que significaba, que también habría mucha gente dentro; tal como sospechaba, así resultó, ambas quedaron boquiabiertas al ver la marabunta de personas que se extendía en ese espacio:
-       Creo que tendremos que esperar un poco – dijo Gerthrud sarcásticamente –



Diario de Noa Stuarts  (13/78)

30 - 09- 2018

Al fin se que significa ese numero de catalogación, dada la confidencialidad de los documentos, los guardare durante un tiempo (el máximo que mi curiosidad me lo permita), intentare distraerme con mi hermano y mi cuñada, puede que gracias a ellos consiga olvidarme de todo este asunto una temporada, aun así tengo la sensación de que Travis me llamará algún día a su despacho, por los papeles; ya es demasiado tiempo sin que nadie los haya echado en falta, y si no es el quien me llama, seré yo la que vaya a preguntarle.
Sobre el hombre que me resultaba familiar, el de aquel día en el interrogatorio, he descubierto algo, dicen que es la mano derecha de Davidson, en el consejo, pero me parece que no es de eso de lo que lo conozco. Es un hombre siniestro, y me da muy malas vibraciones. TENGO QUE DESCUBRIR SU IDENTIDAD





Episodio 14


Nada mas entrar en la sala de espera de urgencias, Sarah y su tía pasaron por una ventanilla, en la que una enfermera - recepcionista observó su estado, y la inscribió en la lista, según la gravedad:

-       La atenderemos de aquí a media hora, sentimos mucho las molestias, pero estamos al límite de nuestra capacidad, ha habido un accidente múltiple, por la lluvia y… bueno ya saben.
-       Si necesitan donaciones de sangre, yo soy 0-, donante universal – informó Gerthrud –
-       ¡Oh! Muchas gracias señora. Por favor, acompáñeme
-       Sarah, querida, ahora vuelvo, espera a que te llamen

Sarah obedeció, y se quedo ahí, de pie, esperando a que pronunciaran su nombre. Mirase por donde mirase, había todo tipo de heridas, una mujer con una mano quemada, un chico joven con un esguince, un hombre en silla de ruedas con una enfermera cuidándolo.
Lo que mas odiaba de esos sitios eran dos cosas; la primera, que tras todos los adelantos en el planeta que hubo desde el principio de milenio, y especialmente desde 2013, eso siguiera siendo un caos, la segunda, era el ruido; voces, ni muy fuertes, ni muy débiles, pero juntas hacían que la sala fuese una jaula de grillos, teléfonos, sonando todo el rato desde el despacho de recepción, interfonos, llamando a los doctores alguna que otra vez, y ocasionalmente, alguna que otra ambulancia, que llegaba con alguna urgencia de nivel 1. Mientras se concentraba por no perder la cabeza, debido al escándalo, y los nervios, por la sangre, añadió a su lista de ruidos, uno más; los enfermeros llamando a los pacientes:

-       Bennet, Paul. Por favor, pase

Se levantó un hombre de unos 31 años, pelo castaño muy corto, complexión normal, y ojos verdes penetrantes, la miró solo un instante, y ella le devolvió otra mirada de unos tres segundos, los que tardó en volverse, reaccionar, y desmayarse.

Al despertar, estaba en una sala, tumbada en una cama, y con la mano ya cosida, a su lado estaba su tía, acompañada de un doctor:

-       Es muy raro que se haya desmayado, la herida no es tan profunda como para que le haya pasado eso. Permítame que me presente Srta. Jenkins, soy el Dr. Walters ¿Se encuentra mejor?
-        Si, si. ¿Qué me ha pasado?
-       Te has desmayado – le dijo su tía –
-       Oh, vaya
-       No se preocupe doctor, es… como se dice… ¡Ah, ya! Hematofóbica
-       Ups, ya veo. Mal asunto para una persona que se hace un corte así. No era muy profundo, pero se lo ha hecho en una zona que por lo general, suele conducir más sangre de la normal, a si que es lógico que sangrara así
-       Gracias doctor ¿Puedo marcharme ya?
-       Sin ningún problema

Recogieron sus cosas de la sala y salieron, Sarah aun estaba blanca, por lo que su tía le había dicho que antes de volver a casa, tomarían algo. Cuando subieron al ascensor, Sarah marcó el piso 3, cosa que sorprendió a su tía. Al llegar a la planta, esta le dijo a su tía que bajara y la esperara, que iba a ver a un amigo.

Nada más cerrarse las puertas del ascensor, Sarah fue andando recto, hasta la recepción de planta, allí pregunto por el Dr. Samuel Norris, una enfermera le dijo que se encontraba en la puerta 14, no le hacía falta saber, de que especialidad, ella lo conocía demasiado bien. Psiquiatría

Al llegar a su despacho, le vio recogiendo sus cosas y preparándose para salir:

-       Siento venir sin cita, pero es una urgencia, doctor
-       Lo siento mucho señora, pero las citaciones se dan en la planta baja, y además, yo ya… ¡Sarah! ¿Qué haces aquí?
-       Creo – dijo entre sollozos – que me está volviendo a pasar




Episodio 15

El Dr. Norris tenía unos 58 años, el pelo negro; canoso y corto, era delgado, más bien alto, algo blanco de piel, y siempre llevaba su bata de médico. Al ver a Sarah, se alegró de verla, ya que fue paciente suya hace tiempo, y buena amiga, pero desde el año pasado no la veía. Al verla allí, plantada, casi cayéndose del miedo, le ofreció asiento rápidamente, y un vaso de agua:

-       Sarah, cálmate y explícame que es lo que te pasa
-       Te acuerdas que tu fuiste quien me trató después de… de lo de…
-       Roma – dijo secamente – De tus… visiones
-       De Allan, cuando ya había muerto. Me dijiste que ante un trauma de esa magnitud, el cerebro no lo admite, y crea la falsa visión, de que esa persona aun sigue ahí
-       Exacto
-       Y que con tratamiento, en menos de un año, eso desaparecería
-       Correcto
-       Le he vuelto a ver dos veces desde que un periodista, en la rueda de prensa de la vacuna del SIDA…
-       Enhorabuena, por cierto
-       Gracias. Desde que en la rueda de prensa, un periodista, mencionó lo del accidente; la primera, volviendo a mi casa ese mismo día, en una gasolinera, la segunda, hace menos de una hora, en la sala de espera de urgencias
-       Ya veo – Samuel no podía dejar de fijarse en Sarah, lo nerviosa y asustada que estaba – Sarah, te voy dar una receta
-       ¿De qué?
-       Tranquila, son solo unos ansiolíticos, estás bastante alterada, y no veo muy bien dejarte marchar de aquí, sin hacer algo para ayudarte. También te voy a dar cita para dentro de una semana ¿De acuerdo? – Sarah asintió, con la cara aun empapada – Y prométeme que te calmaras
-       De acuerdo – dijo riendo –

Después de acabar, salieron de la consulta y se montaron en el ascensor, al llegar al atrio, se despidieron, y Sarah volvió a la cafetería con su tía. Tomaron algo, y volvieron enseguida a casa. Sarah le dijo a su tía, que dado que ya le habían cosido, le gustaría conducir, y olvidarse de todo lo de la tarde. Dado que eran más de las nueve, su tía se durmió nada más entrar en el coche, hecho que Sarah aprovechó, para pasar a la farmacia sin que su tía lo notara, al llegar a la barrio

Al pasar a la casa, ambas se fueron derechas a sus habitaciones, dando las gracias por sus camas, en las que se tendieron al entrar. Antes de dormir, Sarah se tomó las pastillas, y dio las gracias por que mañana fuera lunes, día de trabajar, y olvidarse de todo el fin de semana.