miércoles, 25 de julio de 2012


Episodio 11


Tras la revelación, Noa sentía la necesidad de tener que parar en cualquier lugar, afortunadamente la solución se le presento en el mismo momento, ya que estaban pasando por un área de servicio, y allí, vio la oportunidad perfecta para parar:

-       Si no os importa, voy a parar un momento.
-       Te encuentras bien Noa – le preguntó su hermano –
-       Sí, sí, solo un poco mareada, paremos cinco minutos.

Nada más llegar al desvío, Noa giró, y tomó la dirección hacia el área.
Al llegar, paró el coche, pregunto si alguien quería algo, y se marchó; no sin antes pedirle a Sarah que la acompañara:

-       Te has dado cuenta ¿No?
-       ¿De qué?
-       Sarah, K2, K4. ¡El número de catalogación de los papeles!
-       Dios… Noa, te dije que
-       Lo se, lo se, que lo dejáramos por un tiempo, pero esto lo cambia todo. La K, indica la clasificación de seguridad, tú misma lo dijiste ayer en mi casa.
-       Pero también dije que no sabía a que tipo de seguridad se refería.
-       Pues creo que lo he descubierto
-       ¿¡Qué!?
-       Si, Sarah, se refiere a las personas que pueden tener acceso a él.
-       Entonces, ya está, ya has descifrado el nº de catalogación
-       Eso me temo

Se tomaron una pausa para pedir algo en la cafetería, aunque resultaba evidente el nerviosismo que había en ellas dos, trataron de aparentar calma, y ordenar sus pensamientos. Cuando el camarero volvió, con un café para Sarah, y un bollo y leche para Noa, volvieron a retomar la conversación:

-       La situación es la siguiente – comenzó Noa – Estamos ante un documento TSA, Top Secret Archive, 69H, perteneciente al I.S.I, y K4-001.
-       Según lo que has dicho, eso se refiere a las personas que pueden tener acceso a él – corroboró Sarah dando un sorbo al café, aún caliente - ¿Pero en este caso, quiénes pueden tener acceso?
-       Si partimos de lo que ha dicho mi cuñada, se supone que va de 1 a 4, menor a mayor seguridad. Así que – continuó Noa pegando un mordisco al bollo – estamos ante un documento muy restringido
-       Eso no tiene sentido, si te fijas bien, el K4-001, viene a decir lo mismo que TSA; acceso restringido, Top Secret Archive, que mas da, es lo mismo
-       Pero puede ser que la K, sea mas concreta, al fin y al cabo, la diferencia entre Top Secret, y de dominio público, es solo un escalón, esta, abarca más rangos
-       Bueno, de acuerdo, de ser así ¿Cómo sería?
-       El K1, dominio único de los organismos a los que está sujeto la K, es decir, todos los que comparten ese cifrado, algo así como dominio público, pero solo de organismos conjuntos
-       Muy bien. Continua
-       El K2, lo ha dicho Samantha, solo personal seleccionado de todos esos organismos – ambas siguieron con su comida, Sarah, dando el último sorbo a su café, y Noa, acabando - El K3, sería solo directivos, de alto rango, y miembros de alta confianza
-       Y llegamos al K4, que es…
-       No lo se, pero tiene que ser para personas muy importantes, ya que me parece, ahora que lo recuerdo, que solo hay tres niveles K
-       ¡¡Y ahora te acuerdas del cifrado K!!
-       Si, lo siento, da la casualidad de que este mes, he estado a mucha presión
-       Vale, perdón…
-       ¡YA ESTÁ! K4, acceso solo a directores de los organismos, y altos mandatarios gubernamentales.
-       ¿Presidentes de los países?
-       Si, ahora encaja
-       En resumen, que hemos dado con un documento Top Secret, del I.S.I, al que solo tienen acceso, algunos directores, y presidentes de países importantes. Estamos…  jodidas ¿No?
-       Sabes, creo que te haré… caso, y lo dejaremos… por un tiempo – Sarah asintió, Noa pagó la cuenta, y salieron en el momento exacto en el que Will entraba por la puerta –
-       Si a las señoritas no les importa, desearíamos regresar ya al viaje, y a nuestra casa, si no tienen más que cotorrear
-       Si, si, perdón, ya vamos – dijo Noa –


Episodio 12

Al salir de la cafetería de la gasolinera, se dieron cuenta de que había empezado a llover, eran solo unas gotas, pero lo mejor era darse prisa, y llegar lo antes posible a casa, ya que conducir con lluvia en las autopistas de Denver, no es muy aconsejable. Entraron corriendo al coche, y Noa retomó la marcha, aun pensando en el descubrimiento que acababan de hacer, y preguntándose si sería capaz de no revolver durante un tiempo, ese asunto, naturalmente, ella sabía que la respuesta era no, pero intentaría resistir la tentación, hasta que pudiese. Lentamente fue olvidándose de aquello, y se concentró en mirar hacia la carretera; estaba empezando a apretar, por lo que empezó a acelerar, ya que aunque fuese peligroso, sería menos que conducir detrás de un cielo interminablemente negro.

Dado que Sarah vivía lejos de casa de Noa, y Samantha y Will tenían su casa en el mismo sitio que Sarah, Noa decidió pasar la noche en casa de su hermano. Al llegar ya eran casi las seis, y la lluvia que caía antes, no era nada comparada con lo que había encima de East Denver, en ese momento; las alcantarillas apenas daban a basto, los rayos iluminaban de un modo bello y siniestro a la vez las calles, y la lluvia, era imposible no oírla, ya que sonaba de tal modo, que al salir, Sarah tuvo que taparse los oídos. Tras salir del coche, y despedirse de todos, fue corriendo hasta su casa, no sin antes reparar en el coche que había a la entrada, y cuya hilarante matricula le era bastante conocida. Abrió la puerta y allí estaba, Travis sentado en una mesa junto a Gerthrud, jugando al ajedrez, repararon en su ausencia, y en el solo segundo que les costó levantar la cabeza, la saludaron, y volvieron al juego. Sigilosamente, Sarah se acercó a Travis, hasta que le murmuró:

-       Alfil, de 4D a 6F
-       ¿Segura? – preguntó tras la sugerencia de está, tras lo cual asintió, y efectuó el movimiento. El final no se hizo esperar, tras otros tres movimientos, la mano de las blancas que poseía Travis, se fue hasta el trebejo negro, que simbolizaba el rey de Gerthrud, una vez llegó, con un solo y sutil movimiento del dedo índice, lo derribo del tablero - ¡Jaque mate!
-       Chica mala – le dijo a Sarah su tía
-       No sabía que venías
-       Bueno, ya sabes, las amistades hay que cuidarlas, y por muy en la cima que me pongan, yo siempre preferiré estar aquí, en vez de rodeado de esnobs patéticos, que solo saben hablar de cómo suben sus acciones, o si pasar sus vacaciones en su casa de Florida, o en su yate en Mónaco, además, algo a lo que jamás pienso renunciar, es a estas partidas con Gerth – La tía rió – Por cierto ¿Cómo se te ocurre salir con la que está cayendo?
-       Si digo de donde vengo no me crees
-       Ponme a prueba
-       Yo y Noa, acabamos de recoger a Will y Sam
-       ¡¡Ya están aquí!! Como pasa el tiempo, que rápido se esfuman dos años, a nuestra edad. En fin, será mejor que me vaya rápido, Katherine debe estar cardíaca con este tiempo
-       Adiós

Salió de la casa, y tras saludarlas por última vez en ese día, entró en su coche, y puso rumbo a su casa. Tras pasar cinco minutos, el sistema de a bordo conectó el manoslibres, y dio paso a una llamada

-       Davidson
-       Jefe, soy yo, Samantha
-       Samantha, me alegro de que ya hayáis vuelto ¿Bien el viaje?
-       Si, si, perfectamente. Tenemos que hablar
-       ¿Qué ocurre? ¿Es urgente?
-       ¿Podría reunirme con usted mañana a primera hora, en su despacho?
-       Si, por supuesto. Allí nos veremos


Episodio 13

Tras la salida de Travis, la casa volvió a su rutina habitual, Sarah se encerró en su despacho, hasta la hora de la cena, y su tía, encendió la tele, y se puso a preparar la cena.

Después de haber resuelto el enigma, Sarah se sentía aun más incomoda, creía que si lograban saber que era lo que poseían, se calmaría, pero el hecho de que se tratará de un documento tan confidencial, que lo poseyeran sin que lo supiesen, y el no saber si Travis era uno de los que tenía acceso a él, le tenía muy preocupada. Intentando centrarse en otras cosas, encendió el ordenador, vio si tenía correo, y después ojeó las noticias del día. Al acabar, se recostó en su sillón de despacho, y dejo pasear la mirada unos minutos, aunque estaba sola, ese lugar era uno de sus refugios, allí sabía que podía desconectar sin que nadie la molestara. Su mirada, recorría la habitación como si fuera la primera vez que la viese; los recortes de periódicos, la estantería repleta de libros, la lámpara que compró en su viaje a Turquía, junto con unas cortinas rojas que cubrían la ventana, que le da esas vistas que tanto necesita cuando está cansada, todo ello combinado con unas dos plantas, y aquella combinación de tonos marrones en los que estaba pintada la habitación, convertía esa habitación, en un oasis para ella. Finalmente, sus ojos se pararon en el último elemento de la habitación; las fotos, y más concretamente sobre las de sus padres, Débora y Parker Jenkins, y la de su ex prometido, Allan. La foto de sus padres la recordaba perfectamente, se tomó en 1997, cuando tenía solo 7 años, y era de la visita que hicieron a Cabo Cañaveral, en ella, aparecían los tres, felices, y sonriendo. La otra, era de Allan y ella, se tomó hace 4 años, en las navidades de 2014, aparecían los dos abrazados, con Times Square nevando. No pudo evitar sentirse embargada por un sentimiento de tristeza y nostalgia, aun así se reincorporó, y apagó su portátil.

Al salir del despacho, se dio cuenta de que ya eran las siete y veinte, entró en la cocina y vio a su tía aun con la cena:

-       ¿Te ayudo?
-       Sí, puedes ir cortando estas zanahorias – dijo acercándole un bol -
-       Hacía mucho que no se pasaba por aquí ¿No crees?
-       ¿Travis? No creas que no lo he notado, aunque por lo que me has contado este mes, es normal, es el director, y… menudo lío habéis tenido
-       Nunca me has contado de qué os conocéis
-       ¿De verdad? – Sarah asintió – Bueno, pues aunque no te lo creas, fuimos juntos a la universidad
-       Tampoco es tan raro
-       Bueno, es cierto, pero creo que no comprendes lo increíble de lo que te he dicho
-       Explícalo
-       Travis, como ya sabes, es una de las mentes más privilegiadas del planeta, pues bien, he ahí la razón de lo que te digo. Como imaginarás, no era fácil igualarse a el en una clase; todo sobresalientes, cuando lo máximo que yo saqué, fue un triste notable – dijo riendo – Me sirvió para la pediatría, como ya sabes. Nos fuimos haciendo amigos, ya entrado el curso ¿Adivina como?
-       Tal vez… Ajedrez – ambas rieron –
-       Exacto, gracias al ajedrez. Mientras los otros se hartaban al póker, billar o dardos, nosotros éramos casi de los únicos que preferían ese juego. He de decirte también, que de no ser por su ayuda, no habría llegado al último curso, ni con una transfusión de café en las venas – otra vez prorrumpieron en carcajadas - Es un buen hombre, y se merece todo lo que le ha pasado; por eso Sarah, estoy tan feliz de que haya acabado siendo tu jefe
-        No sabía que fueseis tan amigos, aun así… ¡¡Ahhhhh!! ¡Me he cortado!
-       Díos mío, es que nunca estás atenta – dijo acercándole un trapo - ¡Oh, Señor! Me parece que es un poco…
-       ¿Profundo? ¡Tía, no quiero mirar! – dijo respirando fuerte –
-       Tranquila solo es sangre, ya se que te aterroriza, pero en menos de una hora, ya te lo habrán arreglado
-       Como que “te lo habrán arreglado”
-       Tendremos que ir al médico ¿No?

La tía Gerthrud, sacó del armario dos abrigos y un paraguas y se preparó para salir, no sin antes coger las llaves de la casa, y el Dodge, Sarah en un principio se negó, ya que su tía no conducía  habitualmente, pero dada la situación, lo reconsideró, y cedió. Al atravesar la puerta, ambas vieron que ya estaba amainando, y Gerthrud dejó el paraguas, ya que para cuando saliesen ya habría parado. Se encaminaron hacia el garaje, y Gerthrud arrancó, dado el moderno sistema del coche, la preocupación de Sarah disminuyó, en menos de cuarto de hora, ya estarían en la sala de urgencias del hospital.

Al llegar no encontraron sitio al instante, pero tras dar unas cuantas vueltas, pudieron aparcar, el hecho de que no hubiese mucho sitio, preocupó a Gerthrud, ya que significaba, que también habría mucha gente dentro; tal como sospechaba, así resultó, ambas quedaron boquiabiertas al ver la marabunta de personas que se extendía en ese espacio:
-       Creo que tendremos que esperar un poco – dijo Gerthrud sarcásticamente –



Diario de Noa Stuarts  (13/78)

30 - 09- 2018

Al fin se que significa ese numero de catalogación, dada la confidencialidad de los documentos, los guardare durante un tiempo (el máximo que mi curiosidad me lo permita), intentare distraerme con mi hermano y mi cuñada, puede que gracias a ellos consiga olvidarme de todo este asunto una temporada, aun así tengo la sensación de que Travis me llamará algún día a su despacho, por los papeles; ya es demasiado tiempo sin que nadie los haya echado en falta, y si no es el quien me llama, seré yo la que vaya a preguntarle.
Sobre el hombre que me resultaba familiar, el de aquel día en el interrogatorio, he descubierto algo, dicen que es la mano derecha de Davidson, en el consejo, pero me parece que no es de eso de lo que lo conozco. Es un hombre siniestro, y me da muy malas vibraciones. TENGO QUE DESCUBRIR SU IDENTIDAD





Episodio 14


Nada mas entrar en la sala de espera de urgencias, Sarah y su tía pasaron por una ventanilla, en la que una enfermera - recepcionista observó su estado, y la inscribió en la lista, según la gravedad:

-       La atenderemos de aquí a media hora, sentimos mucho las molestias, pero estamos al límite de nuestra capacidad, ha habido un accidente múltiple, por la lluvia y… bueno ya saben.
-       Si necesitan donaciones de sangre, yo soy 0-, donante universal – informó Gerthrud –
-       ¡Oh! Muchas gracias señora. Por favor, acompáñeme
-       Sarah, querida, ahora vuelvo, espera a que te llamen

Sarah obedeció, y se quedo ahí, de pie, esperando a que pronunciaran su nombre. Mirase por donde mirase, había todo tipo de heridas, una mujer con una mano quemada, un chico joven con un esguince, un hombre en silla de ruedas con una enfermera cuidándolo.
Lo que mas odiaba de esos sitios eran dos cosas; la primera, que tras todos los adelantos en el planeta que hubo desde el principio de milenio, y especialmente desde 2013, eso siguiera siendo un caos, la segunda, era el ruido; voces, ni muy fuertes, ni muy débiles, pero juntas hacían que la sala fuese una jaula de grillos, teléfonos, sonando todo el rato desde el despacho de recepción, interfonos, llamando a los doctores alguna que otra vez, y ocasionalmente, alguna que otra ambulancia, que llegaba con alguna urgencia de nivel 1. Mientras se concentraba por no perder la cabeza, debido al escándalo, y los nervios, por la sangre, añadió a su lista de ruidos, uno más; los enfermeros llamando a los pacientes:

-       Bennet, Paul. Por favor, pase

Se levantó un hombre de unos 31 años, pelo castaño muy corto, complexión normal, y ojos verdes penetrantes, la miró solo un instante, y ella le devolvió otra mirada de unos tres segundos, los que tardó en volverse, reaccionar, y desmayarse.

Al despertar, estaba en una sala, tumbada en una cama, y con la mano ya cosida, a su lado estaba su tía, acompañada de un doctor:

-       Es muy raro que se haya desmayado, la herida no es tan profunda como para que le haya pasado eso. Permítame que me presente Srta. Jenkins, soy el Dr. Walters ¿Se encuentra mejor?
-        Si, si. ¿Qué me ha pasado?
-       Te has desmayado – le dijo su tía –
-       Oh, vaya
-       No se preocupe doctor, es… como se dice… ¡Ah, ya! Hematofóbica
-       Ups, ya veo. Mal asunto para una persona que se hace un corte así. No era muy profundo, pero se lo ha hecho en una zona que por lo general, suele conducir más sangre de la normal, a si que es lógico que sangrara así
-       Gracias doctor ¿Puedo marcharme ya?
-       Sin ningún problema

Recogieron sus cosas de la sala y salieron, Sarah aun estaba blanca, por lo que su tía le había dicho que antes de volver a casa, tomarían algo. Cuando subieron al ascensor, Sarah marcó el piso 3, cosa que sorprendió a su tía. Al llegar a la planta, esta le dijo a su tía que bajara y la esperara, que iba a ver a un amigo.

Nada más cerrarse las puertas del ascensor, Sarah fue andando recto, hasta la recepción de planta, allí pregunto por el Dr. Samuel Norris, una enfermera le dijo que se encontraba en la puerta 14, no le hacía falta saber, de que especialidad, ella lo conocía demasiado bien. Psiquiatría

Al llegar a su despacho, le vio recogiendo sus cosas y preparándose para salir:

-       Siento venir sin cita, pero es una urgencia, doctor
-       Lo siento mucho señora, pero las citaciones se dan en la planta baja, y además, yo ya… ¡Sarah! ¿Qué haces aquí?
-       Creo – dijo entre sollozos – que me está volviendo a pasar




Episodio 15

El Dr. Norris tenía unos 58 años, el pelo negro; canoso y corto, era delgado, más bien alto, algo blanco de piel, y siempre llevaba su bata de médico. Al ver a Sarah, se alegró de verla, ya que fue paciente suya hace tiempo, y buena amiga, pero desde el año pasado no la veía. Al verla allí, plantada, casi cayéndose del miedo, le ofreció asiento rápidamente, y un vaso de agua:

-       Sarah, cálmate y explícame que es lo que te pasa
-       Te acuerdas que tu fuiste quien me trató después de… de lo de…
-       Roma – dijo secamente – De tus… visiones
-       De Allan, cuando ya había muerto. Me dijiste que ante un trauma de esa magnitud, el cerebro no lo admite, y crea la falsa visión, de que esa persona aun sigue ahí
-       Exacto
-       Y que con tratamiento, en menos de un año, eso desaparecería
-       Correcto
-       Le he vuelto a ver dos veces desde que un periodista, en la rueda de prensa de la vacuna del SIDA…
-       Enhorabuena, por cierto
-       Gracias. Desde que en la rueda de prensa, un periodista, mencionó lo del accidente; la primera, volviendo a mi casa ese mismo día, en una gasolinera, la segunda, hace menos de una hora, en la sala de espera de urgencias
-       Ya veo – Samuel no podía dejar de fijarse en Sarah, lo nerviosa y asustada que estaba – Sarah, te voy dar una receta
-       ¿De qué?
-       Tranquila, son solo unos ansiolíticos, estás bastante alterada, y no veo muy bien dejarte marchar de aquí, sin hacer algo para ayudarte. También te voy a dar cita para dentro de una semana ¿De acuerdo? – Sarah asintió, con la cara aun empapada – Y prométeme que te calmaras
-       De acuerdo – dijo riendo –

Después de acabar, salieron de la consulta y se montaron en el ascensor, al llegar al atrio, se despidieron, y Sarah volvió a la cafetería con su tía. Tomaron algo, y volvieron enseguida a casa. Sarah le dijo a su tía, que dado que ya le habían cosido, le gustaría conducir, y olvidarse de todo lo de la tarde. Dado que eran más de las nueve, su tía se durmió nada más entrar en el coche, hecho que Sarah aprovechó, para pasar a la farmacia sin que su tía lo notara, al llegar a la barrio

Al pasar a la casa, ambas se fueron derechas a sus habitaciones, dando las gracias por sus camas, en las que se tendieron al entrar. Antes de dormir, Sarah se tomó las pastillas, y dio las gracias por que mañana fuera lunes, día de trabajar, y olvidarse de todo el fin de semana. 

miércoles, 28 de marzo de 2012

Seguidores de III, perdón por el retraso en seguir publicando, pero los estudios son lo primero, jejeje. Aun así, aprovechando que empiezan las vacaciones de Semana Santa, os voy a regalar una nueva serie de capítulos (ya los he publicado), en el blog, como respuesta a peticiones de continuar con el blog, de... cierta persona que mantendré en el anonimato (Sara Díaz) xD. También aprovecho para deciros, que ya he acabado, lo que consideró la primera parte de las tres que se compondrá el libro. NO SERÁ UNA SAGA, sino que a medida que va avanzando la trama, y acorde a la acción, he pensado que sería mejor escribirlo de esa manera. 128 páginas, vamos a ver si puedo llegar a las 170 antes de que acaben las vacaciones. GRACIAS POR SEGUIRME, y por favor, publicad algo, no se si os gusta o no, y me gustaría contar con vuestra opinión. 

Episodio 7

Al llegar a su casa aparcó el coche en el garaje, estaba lloviendo bastante, por lo que optó por utilizar la salida del garaje, en vez de entrar por la puerta principal, como de costumbre. La casa era una de otras muchas, en una fila interminable, todas iguales, daba la impresión de que aunque se avanzara por la calle, se seguía estando en el mismo lugar. Tanto la calle como las casas, eran de estilo inglés; casas de dos plantas, a colores marrón oscuro y blanco, y con una ventana redonda en la planta superior, que indicaba que ahí se encontraba el ático – desván.

Al entrar le sorprendió lo oscuro que estaba el recibidor, por lo que se preocupó un poco, ya que a esa hora, su tía ya solía haber vuelto de su paseo, aun así miró el reloj, y se dio cuenta de que solo eran las 18:17; aun no había reparado en que ese día tuvo que salir en contra de su voluntad del trabajo, aún faltaba media hora para que llegara su tía.

Como estaba sola, y no había mucho que hacer; ya que se trataba de un viernes, se fue directa a su despacho, y ojeó unos documentos, a la vez que anotaba algo en un cuaderno, por supuesto, Sarah era una adicta al trabajo. A la mayoría de las personas en EE.UU. les sucede algo muy común, ODIAN SU TRABAJO, por lo que cada vez que suena el despertador, lo apagan, y se ponen en marcha resignadamente, dispuestos a dirigirse a realizar su trabajo, no por gusto, sino por necesidad, Sarah, era uno de los casos aparte, que tampoco es que sean pocos, ella lo realizaba, por ambos motivos, y cuando volvía más pronto de lo normal, lo único que le apetecía, era encerrase en su despacho, y seguir con algo que la interesase personalmente, y es que se podía pasar horas, pero hoy no, no, hoy el único tiempo que le dedicaría a esa actividad, sería poco mas de una hora, después, absoluta relajación.

Al llegar las siete menos diez, Sarah escuchó que la puerta de la entrada se abría,; su tía había llegado, pero no saludó, por lo que le pareció, que no la había visto, una vez se deshizo de su abrigo, paraguas,  y unas cuantas bolsas, la vio:

-       ¡Dios mío, Sarah! Que susto. ¿Cómo tu aquí, tan pronto?
-       Travis me ha dicho que me vaya antes, hoy ha sido un día duro.
-       Es verdad ¿Qué tal la rueda?
-       Bien, bien. Ya sabes; preguntas, respuestas, aprietos, nada del otro mundo.
-       ¿Acaso piensas quedarte aquí todo el día? Siempre rodeada de folios, cuadernos, ordenadores. Sal cariño, eres muy joven aún. Llama a Noa, y salid a divertiros.
-       No me apetece, pero la semana que viene lo haremos.
-       Y por qué no esta.
-       Porque me ha dicho esta mañana, que me llamaría para ir a su casa el Sábado por la mañana.
-       ¿Cómo? ¿Mañana por la mañana? ¡Sarah! No quedamos en que me llevarías al centro a hacer unas compras
-       ¡Oh, vaya! Pero creo que me dará tiempo, no creo que tarde más de una hora, las reuniones con ella son muy rápidas.
-       En ese caso te espero a las doce y media en el porche, y no te retrases.
-       De acuerdo

Nada más acabar la conversación, Sarah fue a darse el baño, era agradable, ya que ese fue, por ahora, el único momento de paz y tranquilidad que tenía en todo el día. Desconectó, y se quedó dormida casi sin darse cuenta.

*****

Estaba conduciendo por una autopista que le resultaba familiar, y estaba lloviendo, casi sin dar crédito a lo que pasaba, se dio cuenta de que estaba soñando con esa misma tarde. Siguió conduciendo, y al pasar por la gasolinera, la volvió a ver, aquella figura, como si de un fantasma se tratara, pasó de largo, como hizo en la realidad, pero al mirar por la ventana del copiloto, aquel hombre, se encontraba ahí, sentado, en el asiento del copiloto, y le dijo con una voz normal:
- Sarah

*****
Se despertó de golpe, allí, en la bañera, y de la impresión que le provocó aquel sueño, no pudo evitar derramar parte del agua de la bañera, su tía subió rápidamente, para comprobar que no pasaba nada, a lo que Sarah respondió, que solo había sido un tropiezo. Mintió. Su tía se fue, pero mientras se secaba y se vestía, no pudo evitar preguntarse hasta que punto aquel día le había afectado, y sobre todo, si verdaderamente, había pasado página con lo de Roma.

El resto del día fue tranquilo, cenaron las dos juntas, y hablaron, después se sentaron a ver las noticias, al dar las diez, Sarah bajo a sacar la basura, y al volver, hizo lo que pretendía desde que salió del trabajo, película, manta, y sofá. Se tumbó a verla, y se despertó con la película acabada, sobre las dos, apagó el televisor, y silenciosamente se fue hasta su cama, donde finalmente se concentró en sus sueños, y se dijo a si misma, que después de ese día, mañana, sería mejor.

Episodio 8

Sábado 29 de Septiembre de 2018


El despertador sonó a las nueve de la mañana, Sarah se vistió, desayuno, y cogió sus cosas rápidamente, intentando que para cuando fuera y media, ya estuviese en el coche.

Parecía raro como amaneció aquel día después del anterior, el sol brillaba, no había ni una sola nube, y los pájaros rodeaban los charcos que se formaron el otro día, Sarah estaba segura de que el día comenzaba bien, y eso, ya era algo. El trayecto hasta la residencia de Noa, era algo pesado, ya que constaba de tres cuartos de hora, de ida, y otros de vuelta, pero aun así, se limitó a disfrutar del paisaje, y de las vistas que le ofrecían las montañas, que por primera vez, tras varios días, se veían sin ninguna dificultad.

Tras pasar diez minutos de internarse en el bosque, por fin vio el cartel que marcaba la recta final de su trayecto, CALM PINES, “un trozo del paraíso, en plena naturaleza”; como solía decir Noa. A Sarah también le parecía un lugar precioso, ya que aunque estuviese apartado del centro, esa urbanización, contaba con todos los servicios de primera necesidad, además, ya había estado allí en otras ocasiones, cuando Noa le invitaba a los cumpleaños de sus hijos en el lago.

La casa de Noa, sin duda, era una de las más fáciles de encontrar; era la última de una calle que discurría sobre una ligera pendiente, que acababa en la vista favorita de Sarah; todo el valle y las montañas se podían divisar desde allí, además, la casa era bastante grande; dos plantas, garaje, ático, jardín con piscina… que mas se podía decir, a parte de los 853 m2 de los que constaba.

Al llegar, se encontró con Robert (el marido de Noa), y los niños:

-       ¡Vaya, vaya! Mira quien se ha dejado caer por aquí.
-       Me alegro de verte Robert ¿Qué tal todo?
-       Muy bien, me voy con los niños a ver a mis padres.
-       Oh, muy bien. Te dejo, he quedado con tu mujer para hablar.
-       Ya nos veremos. Chicos, decid adiós a tía Sarah.
-       ¡Adioooos!
-       Adiós chicos, pasáoslo bien – dijo riendo –

Aparcó en la entrada, a la vez que se despedían de ella por las ventanillas. Al llegar a la entrada, Noa ya la estaba esperando:

-       ¿Tan pronto aquí? Ni siquiera son las diez y media
-       Oh, vaya, perdone por no haberle dado tiempo para arreglarse señora – dijo bromeando –
-      Bueno, vete acomodando mientras me arreglo un poco. Tardo cinco minutos.
Noa subió una escalera, y se dirigió a su cuarto, mientras esperaba, Sarah salió al jardín, el aire allí, era mucho más limpio que el de la zona centro, cada bocanada parecía refrescarte por dentro y recargarte. Al llegar al mirador, se quedó sentada en una de las sillas, y se quedo con la mirada perdida en el horizonte, hasta que Noa volvió, y la sacó de su trance:
-       Sarah. Vamos adentro, es mejor, sino se van a volar los papeles.
-       ¿Papeles? Noa ¿Qué es lo que me quieres enseñar?
-       Pasa, y verás.

Al entrar en el salón, se encontró con una pila de documentos muy reducida, pero que incluían anotaciones, y datos que en su opinión, eran bastante complejas. Se inclino para ojearlos, los leyó detenidamente una y otra vez, los estudio, comparó, e intento interpretar algunos de los datos, hasta que finalmente, tras cuarto de hora, se rindió:
-       Muy bien, me rindo ¿Qué es todo esto?
-       Esto que ves, querida amiga, es el último trabajo de mi difunto amigo, el Dr. Frank Benson
-       ¿De Benson? Entonces para que me los enseñas, no son de mi especialidad, por si no te has dado cuenta, llevo más de cinco años en medicina, no en investigación espacial. Pero aún con todo eso, conozco muy bien los números de catalogación en el ISI, y te puedo asegurar que estos documentos, no pertenecen a él.
-       Muy bien, por ahora me llevas ventaja, yo tardé más de una hora en llegar a esa conclusión, pero… si no son del ISI ¿De dónde son?
Sarah se quedó pensativa, y cogió uno de los folios donde se leía el número:
-       Vale, TSA69H/K4–001. Bien, lo primero es separar los números; el TSA indica el tipo de documento.
-       Aja.
-       El 69H, la institución.
-       De acuerdo.
-       Y el K4-001… emmm ¡Ah, ya! La clasificación de seguridad, pero no se cuál.
-       Brillante, muy bien, fase finalizada. Pero… ahora viene lo difícil, identificar a que o a quien corresponden esos apartados.
Sarah estuvo cinco minutos intentando descifrarlos, hasta que finalmente cedió:
-       Ni idea.
-       Sabía que no lo ibas a conseguir. Verás, el otro día le saque el tema a Robert, como si lo hubiese visto en una peli de espías, y me dijo que los otros dos últimos, no los sabía, pero el primero es muy común en la marina, y en el ejercito en general, además, lo recordaba, de cuando se alistó en el cuerpo, aquellos cinco años.
-       Y bien.
-       Prepárate. TSA son las siglas de… “Top Secret Archive”

Sarah no sabía que decir, se quedo callada unos momentos, hasta que al final salió del anonadamiento:
-       Noa, no es por nada, pero ¿Se puede saber en que andaba metido tú amigo?
-       No lo sé, pero creo que tendría que investigarlo, y además, si él tenía acceso, estado en el puesto que estaba, se supone que ahora yo… lo he relevado.
-       Pero te han pedido alguna reunión o algo.
-       Negativo. Pero espera, se de alguien vivo a quien podríamos preguntar, y estoy casi segura, de que tendrá acceso a él.
-       ¿Quién?
-       TRAVIS
-       ¡¡Él!! Noa, en el caso de que tuviese acceso a él, un documento Top Secret, lo es por algo. Yo te sugiero que esperes a que te pidan una reunión o te hablen de él, antes de que tu te delates, y sobre todo, no comentes nada a nadie, en serio, A NADIE.
-       ¿Dónde me he metido?
-       Eso es lo que tenemos que averiguar

Después de pasar un rato más hablando, Sarah se dio cuenta de que ya eran las once y cuarto, y pronto tendría que marcharse a por su tía, pero antes de ello, Sarah le contó lo que le paso en el viaje de vuelta a su casa, la tarde pasada:
-       ¡Vaya! Sin duda es algo extraño, pero seguro que te pudo la presión del día, solo fue eso.
-       Pero era tan real. En fin, me tengo que ir.
-       Cuídate, y si te vuelve a pasar, llámame.

Sarah se dirigió hacia la puerta, Noa la acompañó hasta que se metió en el coche, y justo después de arrancar, y salir, se dirigió a ella de nuevo:
-       Noa
-       ¿Qué?
-       Hay algo que no te he dicho de eso
-       ¿El qué?
-       El hombre al que ví… era Allan.


Episodio 9

Tras haberle contado a Noa lo que vio, se sintió un poco más aliviada, ya que ella le dijo a continuación, que solo fue por el conglomerado de emociones que vivió ese día, aun así, había algo  que no la dejaba de preocupar.
Al llegar a su casa, el reloj marcaba las doce y veintitrés del mediodía, y antes de ir al centro, dejó unas cosas que le había dado Noa en casa, después se montaron en el coche, y se dirigieron al centro.
Al llegar a Denver, lo primero que hicieron fue las compras que necesitaba la tía Gerthrud, después fueron a comer, y acto seguido, al teatro, fue un día divertido para Sarah, ya que tras el estrés de la última semana, lo necesitaba, finalmente, al anochecer, fueron a una tienda de mobiliario, y la tía Gerthrud compró algunas cosas para la casa, Sarah le advirtió que podría no caber, pero afortunadamente, entró todo, por los pelos, pero entró.
El viaje de vuelta, se hizo mas llevadero, a Sarah le pareció estar en la gloria, cuando se sentó en el coche, tras estar casi seis horas de píe. Al llegar a casa, eran las nueve y veinte, por lo que se dieron prisa en sacar todo, y preparar la cena, ya que era demasiado tarde.
Tras cenar, Sarah recibió una llamada de Noa:
-       ¿Sí?
-       Soy yo Sarah.
-       ¿Ocurre algo?
-       Te has olvidado, verdad.
-       De qué.
-       ¡Mañana vuelven William y Samantha! Por Díos, Sarah.
-       Mierda, se me había pasado completamente
-       Da igual, paso por tu casa a la una y cuarto. De acuerdo
-       Si, si. Genial
-       Oye, cambiando de tema ¿Has averiguado algo más?
-       No.
-       Lástima.
-       Noa, no te has parado a pensar, que puede que esto sea algo gordo, en fin, puede que nos quede muy grande.
-       ¿Te estás rajando?
-       No, sí… no lo sé, solo digo que tendríamos que dejar las cosas como están, por lo menos durante un tiempo.
-       Vale, si tú quieres dejarlo por ahora, es tu decisión, pero yo voy a seguir.
-       Haz lo que quieras Noa, pero ten cuidado.

Al colgar, se fue directamente a la cama, pero no sin antes preguntarse, hasta donde quería llegar Noa. Sarah conocía de sobra el afán de Noa por saberlo todo, quizás por ello había llegado tan lejos, y había logrado al fin su nuevo puesto en el ISI, pero no podía tampoco dejar de preguntarse, hasta dónde les llevaría todo eso, si quería seguir ayudándola, y en mitad de todas esas preguntas, se hizo una última. Si esos documentos eran tan secretos ¿Cómo es qué estaban en la mesa de Frank, como si fueran nada? Y tras esta, una con la que le fue difícil conciliar el sueño. La muerte de Frank ¿Fue un accidente?


Diario de Noa Stuarts  (9/ 78)

27 - 09- 2018

Tras haber pasado cerca de un mes de la muerte de Frank, hoy han venido ha interrogar al personal del ISI, especialmente a Travis, y a un directivo que me suena de haberlo visto, pero no se donde. En mi opinión, nadie tiene nada que ocultar, ya que Frank era una persona muy sociable, y amigable, todos le conocían, y personalmente, me parecería imposible que alguien quisiera matarlo, sería algo mezquino, ruin, y cobarde, él no merecía morir, ni siquiera tiene sentido su muerte, por qué alguien querr… ¡LOS DOCUMENTOS! Hasta ahora, no le había dado más vueltas a los papeles que me encontré en el despacho de Frank, tan solo me limité a ojearlos, y preguntar a Robert algo, algo que resulto significar Top Secret, a partir de ese momento, los guarde en la caja fuerte, pero ahora, esto parece ser algo más. Algún día se los enseñaré a Sarah, quizás ella pueda ayudarme.






Episodio 10

Domingo 30 de Septiembre de 2018

La llegada de William y Samantha suponía una gran alegría para Sarah, eran dos de sus mejores amigos, y además, también ejercían en el ISI, en el departamento zoológico. Se marcharon hace 2 años, a un proyecto científico en Kenia, y su vuelta, estaba cargada de sorpresas; según le habían contado estos por correo.
Tal y como quedaron la noche anterior, Noa, fue a recoger a Sarah a su casa, a la una y cuarto de la tarde. El viaje hasta el Aeropuerto Nacional de Denver, no era muy largo, apenas distaba de unos 30 Km., pero aun así, al llegar a la carretera del aeropuerto, el tráfico, se ralentizo como de costumbre, en ese tiempo, tuvieron tiempo de sobra para hablar sobre el asunto que tanto estaba llamando su atención:
-       Mierda, el tráfico no avanza. Sarah, qué hora es
-       Las dos menos cinco
-       Como no nos demos prisa, dentro de nada van a ser y media. Oye Sarah, quiero pedirte perdón por lo de anoche, si te quieres desentender de este asunto, es tu decisión, además, no tengo ningún derecho a pedirte nada, ya he hecho bastante metiéndote en esto.
-       Te lo agradezco, pero por ahora no sabemos de que se trata, a si que aun no me he metido en nada.
-       Bueno, como tú digas, pero te agradecería que si descubrieses algo, me lo dijeras.
-       Cuenta con ello. Hablando de contar cosas ¿También puedo decirte sospechas?
-       Por supuesto, pero si no sabemos de que documentos se trata, no se de que, o quien vas a sospechar
-       Para empezar, de la persona a la que pertenecían
-       ¿Frank? ¿Sospechas de él?
-       No, más bien de su asesinato, tú misma lo dijiste “solo tenía amigos, nadie le odiaba, no tiene sentido”. Pues bien, añádele a todo eso unos documentos clasificados, y la respuesta es más clara que el agua.
-       ¿No dirás…
-       Creo que sí.
-       Entonces esto es algo muy gordo.
-       Lo se.
-       Dejémoslo por ahora, como tú dijiste.
-       Estoy de acuerdo.

A la vez que terminaban de hablar, aparcaban en el parking 7 de la única terminal de la que disponía el aeropuerto. Consiguieron llegar al aeropuerto casi a tiempo, a las dos y veinte, ya estaban esperando en la puerta de llegadas 5, no hablaron apenas nada, y duró, ya que el avión, llego con un retraso de veinticinco minutos, y hasta que William y Samantha consiguieron salir de allí, se hicieron las tres y veinte, aun así, sus amigos se alegraron de verlos:
-       ¡Ey! – dijo Sarah -
-       ¿Pero qué hacéis aquí? – dijo una chica –
-       Sorpresa.
-       Me alegro de veros.
-       ¿Dónde está mi hermano? – dijo Noa –
-       Emmm… creo que aún esta esperando su maleta. Le dije que le esperaría, pero me dijo que saliese, que ya me alcanzaría dentro de…
-       Ya estoy a… ¡Hermanita! – se dieron un abrazo, posteriormente seguido de un puñetazo en el hombro de William por parte de Noa - ¡¡Au!! ¿Se puede saber a qué ha venido eso?
-       Por no escribirme tanto como dijiste. Tengo que recordarte que no recibí una carta tuya, ni una sola, durante el pasado invierno.
-       Perdón ¿Cómo están mis sobrinitos y Robert?
-       BIEN, por si te interesa.
-       Lo siento, hemos estado muy atareados, de verdad, creíamos que sería mucho más fácil, pero en fin, solo son detalles muy aburridos.
-       Aunque no tanto para Travis – intervino Samantha – seguro que arde en deseos de vernos, y que le resumamos nuestra investigación. Por cierto ¿Cómo va todo por el ISI?
-       Fantástico… ¿Pero es qué aun no os habéis enterado? – preguntó Sarah -
-       No. A qué te refieres
-       Por díos, si que estabais incomunicados. Hemos… descubierto, tras 5 años de investigación, el trabajo de 32 científicos, una cantidad ingente de esfuerzo…
-       Y de pasta – añadió Noa –
-       Eeee si, en fin, que ya tenemos la vacuna contra el SIDA.
-       Vaya, fantástico Sarah, me alegro de que hayáis acabado por fin – dijo William –
-       Enhorabuena – dijo Samantha –
-       Pero eso no es todo, hermanito, cuñada; saludad a la nueva directora del departamento espacial.
-       ¡Sabía que lo conseguirías! – dijo William tras un efusivo abrazo – Espera, y qué ha pasado con el viejo Benson.
-       Ha muerto. Un accidente de tráfico. Pero no nos detengamos en lo peor, contadnos más cosas sobre Kenia.

Will era un chico de altura y envergadura bastantes normales, cabello rubio corto, además de poseer una cicatriz pequeña, pero visible, en la mejilla izquierda, y de unos 36 años. Samantha al contrario, era baja y delgada, su rostro, era bastante misterioso, pero sus ojos, daba a entender que se trataba de una persona muy sabia, llevaba su cabello negro elegantemente recogido en una coleta, y acababa de cumplir 34 años.

A la vez que hablaban, avanzaron por los pasillos de la terminal, hasta volver de nuevo al coche, allí, siguieron hablando sobre cómo era vivir en Kenia, sus costumbres, mejores lugares, y cómo era la vida en general. Aun así, se mostraban algo reservados en lo que a los detalles de su investigación se refería. Continuaban hablando, incluso veinte minutos después de subir en el coche, y dejar a un lado, la cascada de luces de freno y bullicio del aeropuerto:

-       Will – empezó Noa - ¿Por qué no nos contáis nada de la investigación?
-       No es eso Noa, es que antes de salir a Kenia, Travis nos dijo que intentáramos comentar lo menos posible la investigación, con personas ajenas a ella, ya sabes, solo altos cargos del departamento, y Travis, además de algunas personas con las que trabajamos en Kenia.
-       Si que fue algo reservado.
-       Tampoco, era… ¿Con qué nombre se refirió a ella Travis, cariño?
-       Creo que dijo… emm… ¡Ah, sí! Ya me acuerdo, investigación de tipo K2 – De repente, el vehículo sufrió un giro, debido al volantazo que dio Noa - ¡Ahh! Noa, se puede saber a qué ha venido eso – dijo asustada –
-       A nada – lo dijo con la tez blanca, cómo si hubiese visto un fantasma.

En su mente se había formado una respuesta instantánea a lo que había dicho Samantha, fue cómo si de repente un rayo hubiese cruzado por su mente, y hubiese descorrido el velo que la cegaba para ver la siguiente pista.

K2 K4  → TSA69H/K4-001