Episodio 11
Tras
la revelación, Noa sentía la necesidad de tener que parar en cualquier lugar,
afortunadamente la solución se le presento en el mismo momento, ya que estaban
pasando por un área de servicio, y allí, vio la oportunidad perfecta para
parar:
- Si no os
importa, voy a parar un momento.
- Te
encuentras bien Noa – le preguntó su hermano –
- Sí, sí,
solo un poco mareada, paremos cinco minutos.
Nada
más llegar al desvío, Noa giró, y tomó la dirección hacia el área.
Al
llegar, paró el coche, pregunto si alguien quería algo, y se marchó; no sin
antes pedirle a Sarah que la acompañara:
- Te has
dado cuenta ¿No?
- ¿De qué?
- Sarah,
K2, K4. ¡El número de catalogación de los papeles!
- Dios…
Noa, te dije que
- Lo se,
lo se, que lo dejáramos por un tiempo, pero esto lo cambia todo. La K, indica
la clasificación de seguridad, tú misma lo dijiste ayer en mi casa.
- Pero
también dije que no sabía a que tipo de seguridad se refería.
- Pues
creo que lo he descubierto
- ¿¡Qué!?
- Si,
Sarah, se refiere a las personas que pueden tener acceso a él.
- Entonces,
ya está, ya has descifrado el nº de catalogación
- Eso me
temo
Se tomaron una pausa para pedir algo en la cafetería,
aunque resultaba evidente el nerviosismo que había en ellas dos, trataron de
aparentar calma, y ordenar sus pensamientos. Cuando el camarero volvió, con un
café para Sarah, y un bollo y leche para Noa, volvieron a retomar la
conversación:
- La
situación es la siguiente – comenzó Noa – Estamos ante un documento TSA, Top
Secret Archive, 69H, perteneciente al I.S.I, y K4-001.
- Según lo
que has dicho, eso se refiere a las personas que pueden tener acceso a él –
corroboró Sarah dando un sorbo al café, aún caliente - ¿Pero en este caso,
quiénes pueden tener acceso?
- Si
partimos de lo que ha dicho mi cuñada, se supone que va de 1 a 4, menor a mayor
seguridad. Así que – continuó Noa pegando un mordisco al bollo – estamos ante
un documento muy restringido
- Eso no
tiene sentido, si te fijas bien, el K4-001, viene a decir lo mismo que TSA;
acceso restringido, Top Secret Archive, que mas da, es lo mismo
- Pero
puede ser que la K, sea mas concreta, al fin y al cabo, la diferencia entre Top
Secret, y de dominio público, es solo un escalón, esta, abarca más rangos
- Bueno,
de acuerdo, de ser así ¿Cómo sería?
- El K1,
dominio único de los organismos a los que está sujeto la K, es decir, todos los
que comparten ese cifrado, algo así como dominio público, pero solo de
organismos conjuntos
- Muy
bien. Continua
- El K2,
lo ha dicho Samantha, solo personal seleccionado de todos esos organismos –
ambas siguieron con su comida, Sarah, dando el último sorbo a su café, y Noa,
acabando - El K3, sería solo directivos, de alto rango, y miembros de alta
confianza
- Y
llegamos al K4, que es…
- No lo
se, pero tiene que ser para personas muy importantes, ya que me parece, ahora
que lo recuerdo, que solo hay tres niveles K
- ¡¡Y
ahora te acuerdas del cifrado K!!
- Si, lo
siento, da la casualidad de que este mes, he estado a mucha presión
- Vale,
perdón…
- ¡YA
ESTÁ! K4, acceso solo a directores de los organismos, y altos mandatarios
gubernamentales.
- ¿Presidentes
de los países?
- Si,
ahora encaja
- En
resumen, que hemos dado con un documento Top Secret, del I.S.I, al que solo
tienen acceso, algunos directores, y presidentes de países importantes.
Estamos… jodidas ¿No?
- Sabes,
creo que te haré… caso, y lo dejaremos… por un tiempo – Sarah asintió, Noa pagó
la cuenta, y salieron en el momento exacto en el que Will entraba por la puerta
–
- Si a las
señoritas no les importa, desearíamos regresar ya al viaje, y a nuestra casa,
si no tienen más que cotorrear
- Si, si,
perdón, ya vamos – dijo Noa –
Episodio 12
Al
salir de la cafetería de la gasolinera, se dieron cuenta de que había empezado
a llover, eran solo unas gotas, pero lo mejor era darse prisa, y llegar lo
antes posible a casa, ya que conducir con lluvia en las autopistas de Denver,
no es muy aconsejable. Entraron corriendo al coche, y Noa retomó la marcha, aun
pensando en el descubrimiento que acababan de hacer, y preguntándose si sería
capaz de no revolver durante un tiempo, ese asunto, naturalmente, ella sabía
que la respuesta era no, pero intentaría resistir la tentación, hasta que
pudiese. Lentamente fue olvidándose de aquello, y se concentró en mirar hacia
la carretera; estaba empezando a apretar, por lo que empezó a acelerar, ya que
aunque fuese peligroso, sería menos que conducir detrás de un cielo
interminablemente negro.
Dado
que Sarah vivía lejos de casa de Noa, y Samantha y Will tenían su casa en el
mismo sitio que Sarah, Noa decidió pasar la noche en casa de su hermano. Al
llegar ya eran casi las seis, y la lluvia que caía antes, no era nada comparada
con lo que había encima de East Denver, en ese momento; las alcantarillas
apenas daban a basto, los rayos iluminaban de un modo bello y siniestro a la
vez las calles, y la lluvia, era imposible no oírla, ya que sonaba de tal modo,
que al salir, Sarah tuvo que taparse los oídos. Tras salir del coche, y
despedirse de todos, fue corriendo hasta su casa, no sin antes reparar en el
coche que había a la entrada, y cuya hilarante matricula le era bastante
conocida. Abrió la puerta y allí estaba, Travis sentado en una mesa junto a Gerthrud,
jugando al ajedrez, repararon en su ausencia, y en el solo segundo que les
costó levantar la cabeza, la saludaron, y volvieron al juego. Sigilosamente, Sarah
se acercó a Travis, hasta que le murmuró:
- Alfil,
de 4D a 6F
- ¿Segura?
– preguntó tras la sugerencia de está, tras lo cual asintió, y efectuó el
movimiento. El final no se hizo esperar, tras otros tres movimientos, la mano
de las blancas que poseía Travis, se fue hasta el trebejo negro, que
simbolizaba el rey de Gerthrud, una vez llegó, con un solo y sutil movimiento
del dedo índice, lo derribo del tablero - ¡Jaque mate!
- Chica
mala – le dijo a Sarah su tía
- No sabía
que venías
- Bueno,
ya sabes, las amistades hay que cuidarlas, y por muy en la cima que me pongan,
yo siempre preferiré estar aquí, en vez de rodeado de esnobs patéticos, que
solo saben hablar de cómo suben sus acciones, o si pasar sus vacaciones en su
casa de Florida, o en su yate en Mónaco, además, algo a lo que jamás pienso
renunciar, es a estas partidas con Gerth – La tía rió – Por cierto ¿Cómo se te
ocurre salir con la que está cayendo?
- Si digo
de donde vengo no me crees
- Ponme a
prueba
- Yo y
Noa, acabamos de recoger a Will y Sam
- ¡¡Ya
están aquí!! Como pasa el tiempo, que rápido se esfuman dos años, a nuestra
edad. En fin, será mejor que me vaya rápido, Katherine debe estar cardíaca con
este tiempo
- Adiós
Salió
de la casa, y tras saludarlas por última vez en ese día, entró en su coche, y
puso rumbo a su casa. Tras pasar cinco minutos, el sistema de a bordo conectó
el manoslibres, y dio paso a una llamada
- Davidson
- Jefe,
soy yo, Samantha
- Samantha,
me alegro de que ya hayáis vuelto ¿Bien el viaje?
- Si, si,
perfectamente. Tenemos que hablar
- ¿Qué
ocurre? ¿Es urgente?
- ¿Podría
reunirme con usted mañana a primera hora, en su despacho?
- Si, por
supuesto. Allí nos veremos
Episodio 13
Tras
la salida de Travis, la casa volvió a su rutina habitual, Sarah se encerró en
su despacho, hasta la hora de la cena, y su tía, encendió la tele, y se puso a
preparar la cena.
Después
de haber resuelto el enigma, Sarah se sentía aun más incomoda, creía que si
lograban saber que era lo que poseían, se calmaría, pero el hecho de que se tratará
de un documento tan confidencial, que lo poseyeran sin que lo supiesen, y el no
saber si Travis era uno de los que tenía acceso a él, le tenía muy preocupada.
Intentando centrarse en otras cosas, encendió el ordenador, vio si tenía
correo, y después ojeó las noticias del día. Al acabar, se recostó en su sillón
de despacho, y dejo pasear la mirada unos minutos, aunque estaba sola, ese
lugar era uno de sus refugios, allí sabía que podía desconectar sin que nadie
la molestara. Su mirada, recorría la habitación como si fuera la primera vez
que la viese; los recortes de periódicos, la estantería repleta de libros, la
lámpara que compró en su viaje a Turquía, junto con unas cortinas rojas que
cubrían la ventana, que le da esas vistas que tanto necesita cuando está
cansada, todo ello combinado con unas dos plantas, y aquella combinación de
tonos marrones en los que estaba pintada la habitación, convertía esa
habitación, en un oasis para ella. Finalmente, sus ojos se pararon en el último
elemento de la habitación; las fotos, y más concretamente sobre las de sus
padres, Débora y Parker Jenkins, y la de su ex prometido, Allan. La foto de sus
padres la recordaba perfectamente, se tomó en 1997, cuando tenía solo 7 años, y
era de la visita que hicieron a Cabo Cañaveral, en ella, aparecían los tres,
felices, y sonriendo. La otra, era de Allan y ella, se tomó hace 4 años, en las
navidades de 2014, aparecían los dos abrazados, con Times Square nevando. No
pudo evitar sentirse embargada por un sentimiento de tristeza y nostalgia, aun
así se reincorporó, y apagó su portátil.
Al
salir del despacho, se dio cuenta de que ya eran las siete y veinte, entró en
la cocina y vio a su tía aun con la cena:
-
¿Te ayudo?
-
Sí, puedes ir cortando estas zanahorias –
dijo acercándole un bol -
-
Hacía mucho que no se pasaba por aquí ¿No
crees?
-
¿Travis? No creas que no lo he notado, aunque
por lo que me has contado este mes, es normal, es el director, y… menudo lío
habéis tenido
-
Nunca me has contado de qué os conocéis
-
¿De verdad? – Sarah asintió – Bueno, pues
aunque no te lo creas, fuimos juntos a la universidad
-
Tampoco es tan raro
-
Bueno, es cierto, pero creo que no comprendes
lo increíble de lo que te he dicho
-
Explícalo
-
Travis, como ya sabes, es una de las mentes
más privilegiadas del planeta, pues bien, he ahí la razón de lo que te digo.
Como imaginarás, no era fácil igualarse a el en una clase; todo sobresalientes,
cuando lo máximo que yo saqué, fue un triste notable – dijo riendo – Me sirvió
para la pediatría, como ya sabes. Nos fuimos haciendo amigos, ya entrado el
curso ¿Adivina como?
-
Tal vez… Ajedrez – ambas rieron –
-
Exacto, gracias al ajedrez. Mientras los
otros se hartaban al póker, billar o dardos, nosotros éramos casi de los únicos
que preferían ese juego. He de decirte también, que de no ser por su ayuda, no
habría llegado al último curso, ni con una transfusión de café en las venas –
otra vez prorrumpieron en carcajadas - Es un buen hombre, y se merece todo lo
que le ha pasado; por eso Sarah, estoy tan feliz de que haya acabado siendo tu
jefe
-
No
sabía que fueseis tan amigos, aun así… ¡¡Ahhhhh!! ¡Me he cortado!
-
Díos mío, es que nunca estás atenta – dijo
acercándole un trapo - ¡Oh, Señor! Me parece que es un poco…
-
¿Profundo? ¡Tía, no quiero mirar! – dijo
respirando fuerte –
-
Tranquila solo es sangre, ya se que te
aterroriza, pero en menos de una hora, ya te lo habrán arreglado
-
Como que “te lo habrán arreglado”
-
Tendremos que ir al médico ¿No?
La tía Gerthrud, sacó
del armario dos abrigos y un paraguas y se preparó para salir, no sin antes coger
las llaves de la casa, y el Dodge, Sarah en un principio se negó, ya que su tía
no conducía habitualmente, pero dada la
situación, lo reconsideró, y cedió. Al atravesar la puerta, ambas vieron que ya
estaba amainando, y Gerthrud dejó el paraguas, ya que para cuando saliesen ya
habría parado. Se encaminaron hacia el garaje, y Gerthrud arrancó, dado el
moderno sistema del coche, la preocupación de Sarah disminuyó, en menos de
cuarto de hora, ya estarían en la sala de urgencias del hospital.
Al llegar no
encontraron sitio al instante, pero tras dar unas cuantas vueltas, pudieron
aparcar, el hecho de que no hubiese mucho sitio, preocupó a Gerthrud, ya que
significaba, que también habría mucha gente dentro; tal como sospechaba, así
resultó, ambas quedaron boquiabiertas al ver la marabunta de personas que se
extendía en ese espacio:
-
Creo que tendremos que esperar un poco – dijo
Gerthrud sarcásticamente –
Diario
de Noa Stuarts (13/78)
30
- 09- 2018
Al fin se que significa ese numero de catalogación, dada la
confidencialidad de los documentos, los guardare durante un tiempo (el máximo
que mi curiosidad me lo permita), intentare distraerme con mi hermano y mi
cuñada, puede que gracias a ellos consiga olvidarme de todo este asunto una
temporada, aun así tengo la sensación de que Travis me llamará algún día a su
despacho, por los papeles; ya es demasiado tiempo sin que nadie los haya echado
en falta, y si no es el quien me llama, seré yo la que vaya a preguntarle.
Sobre el hombre que me resultaba familiar, el de aquel día en el
interrogatorio, he descubierto algo, dicen que es la mano derecha de Davidson,
en el consejo, pero me parece que no es de eso de lo que lo conozco. Es un
hombre siniestro, y me da muy malas vibraciones. TENGO QUE DESCUBRIR SU IDENTIDAD
Episodio 14
Nada
mas entrar en la sala de espera de urgencias, Sarah y su tía pasaron por una
ventanilla, en la que una enfermera - recepcionista observó su estado, y la
inscribió en la lista, según la gravedad:
-
La atenderemos de aquí a media hora, sentimos
mucho las molestias, pero estamos al límite de nuestra capacidad, ha habido un
accidente múltiple, por la lluvia y… bueno ya saben.
-
Si necesitan donaciones de sangre, yo soy 0-,
donante universal – informó Gerthrud –
-
¡Oh! Muchas gracias señora. Por favor,
acompáñeme
-
Sarah, querida, ahora vuelvo, espera a que te
llamen
Sarah obedeció, y se
quedo ahí, de pie, esperando a que pronunciaran su nombre. Mirase por donde
mirase, había todo tipo de heridas, una mujer con una mano quemada, un chico
joven con un esguince, un hombre en silla de ruedas con una enfermera
cuidándolo.
Lo que mas odiaba de
esos sitios eran dos cosas; la primera, que tras todos los adelantos en el
planeta que hubo desde el principio de milenio, y especialmente desde 2013, eso
siguiera siendo un caos, la segunda, era el ruido; voces, ni muy fuertes, ni
muy débiles, pero juntas hacían que la sala fuese una jaula de grillos,
teléfonos, sonando todo el rato desde el despacho de recepción, interfonos,
llamando a los doctores alguna que otra vez, y ocasionalmente, alguna que otra
ambulancia, que llegaba con alguna urgencia de nivel 1. Mientras se concentraba
por no perder la cabeza, debido al escándalo, y los nervios, por la sangre,
añadió a su lista de ruidos, uno más; los enfermeros llamando a los pacientes:
-
Bennet, Paul. Por favor, pase
Se levantó un hombre
de unos 31 años, pelo castaño muy corto, complexión normal, y ojos verdes
penetrantes, la miró solo un instante, y ella le devolvió otra mirada de unos
tres segundos, los que tardó en volverse, reaccionar, y desmayarse.
Al despertar, estaba
en una sala, tumbada en una cama, y con la mano ya cosida, a su lado estaba su
tía, acompañada de un doctor:
-
Es muy raro que se haya desmayado, la herida
no es tan profunda como para que le haya pasado eso. Permítame que me presente
Srta. Jenkins, soy el Dr. Walters ¿Se encuentra mejor?
-
Si,
si. ¿Qué me ha pasado?
-
Te has desmayado – le dijo su tía –
-
Oh, vaya
-
No se preocupe doctor, es… como se dice… ¡Ah,
ya! Hematofóbica
-
Ups, ya veo. Mal asunto para una persona que
se hace un corte así. No era muy profundo, pero se lo ha hecho en una zona que
por lo general, suele conducir más sangre de la normal, a si que es lógico que
sangrara así
-
Gracias doctor ¿Puedo marcharme ya?
-
Sin ningún problema
Recogieron sus cosas
de la sala y salieron, Sarah aun estaba blanca, por lo que su tía le había
dicho que antes de volver a casa, tomarían algo. Cuando subieron al ascensor,
Sarah marcó el piso 3, cosa que sorprendió a su tía. Al llegar a la planta,
esta le dijo a su tía que bajara y la esperara, que iba a ver a un amigo.
Nada más cerrarse las
puertas del ascensor, Sarah fue andando recto, hasta la recepción de planta,
allí pregunto por el Dr. Samuel Norris, una enfermera le dijo que se encontraba
en la puerta 14, no le hacía falta saber, de que especialidad, ella lo conocía
demasiado bien. Psiquiatría
Al llegar a su
despacho, le vio recogiendo sus cosas y preparándose para salir:
-
Siento venir sin cita, pero es una urgencia,
doctor
-
Lo siento mucho señora, pero las citaciones
se dan en la planta baja, y además, yo ya… ¡Sarah! ¿Qué haces aquí?
-
Creo – dijo entre sollozos – que me está
volviendo a pasar
Episodio 15
El Dr. Norris tenía unos 58 años, el
pelo negro; canoso y corto, era delgado, más bien alto, algo blanco de piel, y
siempre llevaba su bata de médico. Al ver a Sarah, se alegró de verla, ya que
fue paciente suya hace tiempo, y buena amiga, pero desde el año pasado no la
veía. Al verla allí, plantada, casi cayéndose del miedo, le ofreció asiento
rápidamente, y un vaso de agua:
-
Sarah, cálmate y explícame que es lo que te
pasa
-
Te acuerdas que tu fuiste quien me trató
después de… de lo de…
-
Roma – dijo secamente – De tus… visiones
-
De Allan, cuando ya había muerto. Me dijiste
que ante un trauma de esa magnitud, el cerebro no lo admite, y crea la falsa
visión, de que esa persona aun sigue ahí
-
Exacto
-
Y que con tratamiento, en menos de un año,
eso desaparecería
-
Correcto
-
Le he vuelto a ver dos veces desde que un
periodista, en la rueda de prensa de la vacuna del SIDA…
-
Enhorabuena, por cierto
-
Gracias. Desde que en la rueda de prensa, un
periodista, mencionó lo del accidente; la primera, volviendo a mi casa ese
mismo día, en una gasolinera, la segunda, hace menos de una hora, en la sala de
espera de urgencias
-
Ya veo – Samuel no podía dejar de fijarse en
Sarah, lo nerviosa y asustada que estaba – Sarah, te voy dar una receta
-
¿De qué?
-
Tranquila, son solo unos ansiolíticos, estás
bastante alterada, y no veo muy bien dejarte marchar de aquí, sin hacer algo
para ayudarte. También te voy a dar cita para dentro de una semana ¿De acuerdo?
– Sarah asintió, con la cara aun empapada – Y prométeme que te calmaras
-
De acuerdo – dijo riendo –
Después de acabar,
salieron de la consulta y se montaron en el ascensor, al llegar al atrio, se despidieron,
y Sarah volvió a la cafetería con su tía. Tomaron algo, y volvieron enseguida a
casa. Sarah le dijo a su tía, que dado que ya le habían cosido, le gustaría
conducir, y olvidarse de todo lo de la tarde. Dado que eran más de las nueve,
su tía se durmió nada más entrar en el coche, hecho que Sarah aprovechó, para
pasar a la farmacia sin que su tía lo notara, al llegar a la barrio
Al pasar a la casa,
ambas se fueron derechas a sus habitaciones, dando las gracias por sus camas,
en las que se tendieron al entrar. Antes de dormir, Sarah se tomó las
pastillas, y dio las gracias por que mañana fuera lunes, día de trabajar, y
olvidarse de todo el fin de semana.